lunes, octubre 09, 2006

Presentación del libro "Fenomenología por decir. Homenaje a Paul Ricoeur"



PRESENTACIÓN de Fenomenología por decir. Homenaje a Paul Ricoeur, Patricio Mena Malet (compilador), Prólogo de Domenico Jervolino (Universidad de Nápoles II), UAH, Libros del Entrevero, Santiago de Chile, 2006.

Ponencia en Homenaje a Paul Ricoeur, con presencia de Olivier Mongin
Aula Magna de la Universidad Alberto Hurtado, 29 de septiembre de 2006.

Ponencias: Patricio Mena (UAH), Olivier Mongin (Director Revue Esprit). Intervenciones: Ana Escribar (U. de Chile), Eduardo Molina (UAH).


Mesa redonda: Olivier Mongin, Ana Escribar, Eduardo Molina, Marie-France Begué (U. del Salvador, Bs. Aires), Eduardo Silva (UAH), Patricio Mena (UAH).


Un Homenaje a Paul Ricoeur, un homenaje, ¿no es eso lo que buscamos hacer esta tarde? Más, ¿cómo rendir tributo a este filósofo que nos ha dejado una obra llena de aristas, de problemas, de aporías, pero también de excedencias, de poética, de gratuidad, de don y hospitalidad? En definitiva, ¿cómo podemos acoger o recibir a Paul Ricoeur hoy? ¿Cómo hospedar a este pensador infatigable que desde los inicios de su actividad filosófica nos ha dado que pensar? Tal vez, solamente recibiéndonos en la lectura de su filosofía, se da la obra que hace obra en el lector. Tal vez, se puede hospedar el acontecimiento de pensamiento si se da la lectura, si se hace la lectura del pensamiento que acontece, que irrumpe y quiebra el pensar.

Homenajear a Ricoeur es, por cierto, recibir su testimonio en el homenaje que hacemos. Dándole lugar a Ricoeur, nos recibimos en el ejercicio de la filosofía en cuanto esfuerzo por articular aquello que da que pensar. Es esta convicción aquella que me mostró la importancia de abrir un espacio intelectual para recibir esta obra hermenéutica y fenomenológica –lo que no significa que sea la única, ni mucho menos la primera, simplemente es singularmente la primera que nace desde acá. Es por estas razones que un libro sobre Ricoeur puede ser posible en la esperanza, esa pasión racional de la que habla Michael Foëssel, en el último volumen de la Revista Esprit dedicado al filósofo. En la esperanza, decía, de que en la donación del acontecimiento del pensamiento se reciba el quién del lector y del escritor, en una experiencia entreverada por el esfuerzo de pensar y nacer cada vez de otro modo en el pensar.

Pero este libro, él mismo un primer homenaje, nació como respuesta solícita a un llamado lejano y distante: digámoslo así, un llamado anónimo. Desde la lejanía que significa Chile, y desde la proximidad que significa Ricoeur, fue posible tender la proximidad en la distancia. Filósofos de Francia, de Italia, de Bélgica, de Escocia, de Dinamarca, de Argentina, de Colombia y de Chile, todos ellos atendieron y acogieron este llamado anónimo, casi sin señas, que permite el internet. No es de otro modo que se construyó este libro: sino a partir de una hospitalidad primera: la de acoger al extranjero que irrumpe sin rostro, sin cuerpo, y que llama para la proximidad en la obra de Ricoeur. Mas, ¿no será ésta una de las condiciones de la hospitalidad: darse desde la afectación de la alteridad ya implicada en el sujeto? ¿No es desde la confianza en el acoger simplemente, que la hospitalidad se vuelve una donación del quien del sí mismo como otro? Este libro, ciertamente da testimonio de una hospitalidad gratuita, poéticamente gratuita, que da que pensar. Mi primer testimonio, entonces, es para todos aquellos que aceptaron participar en esta experiencia, en verdad aventurada, de reconocer un pensamiento vivo y dramático como el de Ricoeur, dramático porque poético.

Este es un libro que lo he pensado como un testimonio por decir, esto es, como un testimonio abierto a la expectativa del decir en la confianza, de decir en la promesa del compromiso que implica pensar desde el testimonio. Y es que la amistad en el pensar, la comunidad in novo que representa el hacer filosofía en torno a la figura de Ricoeur,. da primeramente la experiencia de inacabamiento que tiene todo tipo de testimonio de la amistad. Esto, pues se trata de una apertura implicada y alterada desde la trascendencia de la finitud.

Un segundo hito relevante en la confección de este libro ha sido traducir aquellos textos en francés que llegaban poco a poco dándose como un desafío, no sólo para el traducir, sino para el pensar. Pues, ¿no es el traducir un tipo de hospitalidad no sólo lingüística sino del lenguaje (langagière)? En todo caso, lo que primero se hace evidente en este acto es la fineza de la reflexión de Ricoeur. Pero también, la riqueza de nuestra propia lengua para decir de otro modo aquello que se da a pensar. ¿Los artículos de Marie-France y del resto de los filósofos latinoamericanos no son un modo de traducción original del pensamiento ricoeuriano? Pues, si la traducción filosófica sigue siendo traducción, sólo se puede filosofar traduciendo la lengua – incluso la lengua propia- y el pensamiento.

Mas, no sólo ha sido preciso traducir la lengua, sino también la fenomenología de Ricoeur. A esta labor están consagrados buena parte de los escritos acá reunidos. Y es por ello, que debiéramos preguntarnos, por qué fenomenología por decir. En primer lugar, simplemente, ¿por qué fenomenología? Ciertamente la recepción de la hermenéutica de Ricoeur es, quizá, lo que ha sido pensada con más frecuencia; sin embargo, Ricoeur apuesta por una fenomenología hermenéutica, por una hermenéutica injertada en la fenomenología, donde la primera, tal como lo recuerda Scanonne en un artículo reciente, “presupone a la segunda, preservándola como su suelo nutricio al interpretarla”; y “la fenomenología, a su vez, no puede constituirse sin una hermenéutica que la explicite y discierne sin deformarla”. Esto es, Ricoeur no sólo se sitúa en el horizonte de una vehemencia ontológica, sino también fenomenológica (tal como lo expresa uno de los autores del libro). Claramente, Ricoeur no es sólo un heredero de la fenomenología, sino también un hereje que “con los ojos de Husserl” (para tomar esta expresión de Jean Greisch) ha refundado la fenomenología en Francia. De este modo, la fenomenología debe resistirse a la tentación de ser leída escolásticamente, para ser librada a la experiencia de pensar fenomenológicamente abierta a sus múltiples posibilidades. Esto es, la fenomenología de Ricoeur, tampoco puede ser solamente la fenomenología de Ricoeur, sino a partir de la elucidación que ésta hace de la pluralidad de sentido por la que aparecen los fenómenos del mundo. La vía larga de la comprensión, que debe pasar por el rodeo de la explicación, de la mediación de los símbolos y de los textos, de la narratividad, es un buen signo de que la fenomenología de nuestro filósofo se mantiene abierta a la explicitación de sentido que, tal vez, nos dice que describir es ya comprender todo lo que se puede del fenómeno (en expresión de Claude Romano).

Por decir, puesto que lo que se puede leer en este homenaje es una pluralidad de intentos sensatos por decir de un modo o de otro la fenomenología que despliega Ricoeur a lo largo de toda su obra, en sus distintas fases y preocupaciones. Hay acá citando a Domenico Jervolino, quien nos honró prologando este libro, “un cuadro bastante agitado del pensamiento de Ricoeur”, que es problematizado, criticado, confrontado en sus diversas hebras, pero siempre reconocido desde lo que da que pensar. Es también esto que he querido testimoniar en el orden de los capítulos: siempre está en juego un quiebre, un afuera, un embrollo, un exceso y un cruce, y esto en plural, desde la pluralidad de aproximaciones o encuentros en la distancia y en la amistad del encuentro.

Finalmente, quiero agradecer a todos quienes han hecho posible este libro en homenaje a Ricoeur. En primer lugar, a Eduardo Silva, Decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades, que sin su confianza y apoyo brindado en este proyecto, no habría sido capaz de encontrar ni el tiempo ni el espíritu para llevar a cabo una tarea que duró un año y medio, con todo el vértigo que ello supone. También por cierto, a la Facultad misma que ha sido un respaldo institucional inestimable. A Iván Trujillo, que no sólo es autor y editor sino también, junto con Eduardo Silva, aceptó afanarse en la corrección de cada texto traducido, enriqueciendo las traducciones al someterlas al acontecimiento del pensamiento. A Sabastián Kaufmann que tradujo la entrevista en inglés de Kearney a Ricoeur, a Enoc Muñoz (que además es autor) y Andrés Gallardo que aceptaron traducir otros dos artículos, y que le han permitido al libro respirar en castellano. Y por último, agradecer a todos aquellos que quisieron testimoniar su amistad por Ricoeur desde el juicio crítico de la filosofía.